Sunday, August 28, 2005

Poemas de Karlitos



Poemas de karlitos thu agosto 25 2005
No has sentido en la noche,
cuando reina la sombra una voz apagada que canta
y una inmensa tristeza que llora?
¿No sentiste en tu oído de virgen las silentes y trágicas notas que mis dedos de muerto arrancaban a la lira rota?
¿No sentiste una lágrima mía deslizarse en tu boca,
ni sentiste mi mano de nieve estrechar a la tuya de rosa?
¿No viste entre sueños por el aire vagar una sombra,
ni sintieron tus labios un beso que estalló misterioso en la alcoba?
Pues yo juro por ti, vida mía,
que te vi entre mis brazos, miedosa; que sentí tu aliento de jazmín y nardo que estalló misterioso en la alcoba?






Si tú me olvidas Quiero que sepas una cosa.
Tú sabes cómo es esto: si miro la luna de cristal,
la rama roja del lento otoño en mi ventana,
si toco junto al fuego la impalpable ceniza o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti, como si todo lo que existe, aromas, luz, metales, fueran pequeños barcos que navegan hacia las islas tuyas que me aguardan.
Ahora bien, si poco a poco dejas de quererme dejaré de quererte poco a poco.
Si de pronto me olvidas no me busques,
que ya te habré olvidado.
Si consideras largo y loco el viento de banderas que pasa por mi vida y te decides a dejarme a la orilla del corazón en que tengo raíces,
piensa que en ese día, a esa hora levantaré los brazos y saldrán mis raíces a buscar otra tierra.





Es la mujer del hombre lo más bueno, y locura decir que lo más malo, su vida suele ser y su regalo, su muerte suele ser y su veneno. Cielo a los ojos, cándido y sereno, que muchas veces al infierno igualo, por bueno, al Mundo, su valor señalo; por malo, al hombre, su rigor condeno. Ella nos da su sangre, ella nos cría; no ha hecho el Cielo cosa más ingrata; es un ángel y a veces una arpía. Quiere, aborrece, trata bien, maltrata, y es la mujer, en fin, como sangría, que a veces da salud y a veces mata.



Agustín Delmira (1886-1914)
Hoy han vuelto,
por todos los senderos de la noche han venido a lloraren mi lecho.
¡Fueron tantos, son tantos!
Me llore yo misma, para llorarlos todos;
¡yo no se cuales viven, yo no se cual ha muerto…!
Hay cabezas doradas al sol como maduras…
Hay cabezas tocadas de sombra y de misterio…
Cabezas coronadas de un misterio invisible.
Cabezas que quisieran descansar en el cielo,
Algunas que no alcanzan a oler la primavera, y muchas que trascienden a las flores del invierno.
Todas esas cabezas me duelen como llagas, me duelen como muertos…
¡Ah!... y los ojos… son los ojos me duelen mas :
Indefinidos , verdes, grises, azules, negros
¡abrasan si fulguran! Son caricia, dolor, consternación, infierno.
Sobre la luz, sobre las llamas todas, se ilumino mi alma y se templo mi cuerpo.
Tu me dirás que as echo de mi primer suspiro,
Tu me dirás que as echo de del sueno de aquel beso…
Me dirás si lloraste cuando te deje solo ….
¡y me dirás si has muerto! Mi pena enlutará mi alcoba lentamente y estrechare tu sombra hasta apagar mi cuerpo. Y en el silencio ahondado de tiniebla, y en las tiniebla ahondada de silencio, nos velara y llorando, llorando hasta morirse, nuestro hijo: el recuerdo.

Madre

                                                                           Madre. Con dolor esperaste mi alma, Que naciera tu retoño. Cuanto...